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08/06/2004

Inmaculada Tapia ● EFE

Skyros, la estrella de las Espóradas
Una isla con todo: desde ruinas, hasta playas paradisíacas
Históricamente se le conocía con los nombres de Pelasgia y Dolopia, pero en su epopeya Homero la menciona como Skyros.

Pertenece a las Espóradas y se encuentra frente a la ciudad Kymi, en la costa griega.

La tranquilidad de las aguas que bañan sus costas se traslada al ambiente de sus calles empedradas. No goza de un turismo multitudinario, pero los Juegos Olímpicos brindan una oportunidad magnífica para descubrirla.

La imagen de Skyros es la de su capital, del mismo nombre, a la que los locales denominan Chora: un pueblo blanco sobre una colina. Sus callejuelas empinadas forman parte de su encanto. Los 3,000 habitantes se concentran en la parte central y norte de la isla, dejando la zona sur, árida y desierta, para la cría de ganado.

Según la mitología, la isla fue el refugio de Aquiles, héroe de Troya, cuya madre, Tetis, lo escondió aquí vestido de mujer entre las hijas del rey Licomedes para evitar su marcha a Troya. Se dice también que en este lugar murió el rey de Atenas, Teseo.

La isla, cuyo significado en griego es “fragmento de piedra”, fue conquistada en el año 470 a.C. por el general ateniense Cimón, quien decidió tomarla por la fuerza por su situación estratégica para el comercio en el Egeo, frente a las costas de Grecia y Turquía. Durante un tiempo, estuvo bajo el dominio romano, hasta que con el pasar de los siglos su hegemonía volvió a pasar a manos griegas.

Previamente, durante la división del Imperio, tanto Skyros como las vecinas Mykonos, Tenos, Skiathos y Skopelos fueron invadidas por los hermanos venecianos Andreas y Jeremias Gyzis. Su tutela dio origen al Kastro Veneciano de la capital.

Dos islas en una

El acceso principal a la isla es por avión, desde Atenas, y los barcos llegan a Asitsa y parten también desde Kymi, pequeño islote de 215 kilómetros cuadrados, pero la más grande de las islas Espóradas –compuestas por Skiathos, Skopelos, Alonissos y Skyros— está dividida por un istmo que la convierte en dos islas diferentes siendo una: la zona noreste, cubierta por montes de pino tupido y frondoso, y la sur, donde la sequedad la convierte en una superficie árida y casi deshabitada, donde abunda la cría de cabras y corderos y es también el lugar donde crece una singular especie de potro autóctono de la que se jactan los isleños y cuya fama va más allá de las fronteras de Grecia.

Los desplazamientos por la isla se pueden realizar en auto, y no hay ningún inconveniente para lanzarse a la aventura en ciclomotor, pues son pocos los tramos de carretera en malas condiciones. Las casas de la capital se construyeron en torno al castillo que se encuentra en lo alto de la montaña, para buscar así su protección. Encaladas y tan pegadas unas a otras que resulta difícil su división, todas ellas muestran por igual unos tejados-terraza que son la característica del estilo de construcción mediterránea.

Las callejuelas estrechas surgen de la necesidad de aprovechar el espacio. El monasterio de Agios Gheorghios, también situado en la parte alta, se halla en el interior de las murallas del kastro, y mantiene en muy buen estado unas magníficas pinturas bizantinas.

Su visita merece la pena, además, para contemplar desde lo alto la isla.

Palamari, Markessi y Kalamitsa albergan alguna de las ruinas arqueológicas de la isla, pertenecientes a la edad de bronce.

El Museo Arqueológico de Skyros atesora algunas de las piezas mejor conservadas de aquella etapa y de la época de los romanos.

El viajero que busque playas de arena fina, aguas transparentes y sol a raudales tiene en Skyros el destino ideal: La playa de la Magazia y Molos, en el extremo noreste; las de Atsitsa, Agalipa, Petros o Theotokos, en el extremo septentrional, destacan por estar rodeadas por el verdor de los pinos que ofrecen sombra en pleno acantilado. Las aguas cristalinas y brillantes del Egeo se mezclan creando combinaciones mágicas.

Las corrientes tranquilas favorecen la practica de los deportes náuticos: el buceo y el windsurf son las dos especialidades que más se ejercitan.

Camino de pinos

Desde Atsitsa, a través de una pista de tierra, se llega hasta Fokas Bay por un camino repleto de pinos. La carretera se despeja con un pequeño puerto, en el que las embarcaciones quedan ancladas durante la noche, y al que rodean algunos restaurantes en los que se puede degustar deliciosos platos de comida local. Seis kilómetros hacia el sur, a través de un bello recorrido costero encontramos Pefkos Bay. La playa en este caso es de roca, con pequeñas lagunas de arena.

La tranquilidad de la zona es evidente: sólo se divisa una casa y un pequeño restaurante lleno de flores y famoso por sus platos de langosta, manjar típico de la isla.

Las playas no son el único atractivo de Skyros. Su geografía abrupta permite la escalada.

El puerto principal de la isla se encuentra en Linaria donde hay una iglesia –en la isla se encuentran diseminadas hasta 180-, restaurantes. Una carretera asfaltada en excelentes condiciones llega hasta hasta Skyros.

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