El
trabajo
forzado,
con
diversas
modalidades,
existió
en toda
la
Antigüedad
-en el
Egipto
faraónico,
en
Oriente
Medio
(Babilonia,
Asiria),
en
Grecia y
en Roma.
Pero la
institución
esclavista,
que hace
del
esclavo
una
mercancía,
o según
Aristóteles
en su
Política
una
“especie
de
propiedad
animada”,
fue
inventada
por el
mundo
griego.
“No
olvides
que ese
ser que
llamas
tu
esclavo
ha
nacido
de la
misma
semilla
que tú,
goza del
mismo
cielo
,respira
el mismo
aire, y
vive y
muere
como tú.
Puedes
verlo
libre,
como el
puede
verte
esclavo...
Guárdate
bien,
pues, de
despreciar
a un
hombre
cuya
condición
puede
ser la
tuya, en
el
momento
que le
manifiestas
tu
desdén”.
(Seneca,
Cartas a
Lucilio,
62-65
N.E)
La
esclavitud
consiste
esencialmente
en una
relación
de
dominación.
Se basa
en la
autoridad
del amo,
que se
impone
por la
fuerza o
la
amenaza.
El
sistema
esclavista
fue
instaurado
y
mantenido
por la
violencia.
Azotar a
los
esclavos
no
representaba
sólo un
castigo,
era
también
una
manera
de
dominarlos,
de
amedrentarlos
y
recordarles
su
servidumbre.
Los
esclavos
estaban
condenados
a vivir
dispersos,
sin más
alternativa
que la
sumisión
abyecta,
la fuga
o la
rebelión.
La
“alienación
original”
del
esclavo,
su
condición
de
“persona
sin
honor”
servía
de
pretexto
a esta
dominación.
Despojado
de todo
derecho
y de
toda
prerrogativa,
el
esclavo
no
poseía
genealogía,
ni
antepasados
ni
descendientes.
Totalmente
aislado,
no
recibía
herencia
alguna y
tampoco
la
transmitía.
Alienado,
desarraigado,
era una
herramienta
de la
que el
amo
podía
disponer
a su
antojo.
Este
contaba
por otra
parte
con un
variado
arsenal
de
instrumentos
físicos
y
simbólicos
para
controlar
el
cuerpo
del
esclavo.
¿Cuando
se
inicia
la
decadencia,
o más
bien la
substitución
del
sistema
esclavista?.
En
Italia,
las
primeras
medidas
imperiales
contra
la
dislocación
de las
familias
de
esclavos
datan
del año
325.
Pero,
según
algunos
historiadores,
la
esclavitud
antigua
desapareció
recién
bajo el
reinado
de
Carlomagno.
En esa
época la
Iglesia
poseía
todavía
gran
número
de
esclavos:
el
teólogo
anglosajón
Alcuino,
uno de
los
principales
colaboradores
de
Carlomagno,
disponía
de 20
mil
esclavos
en sus
cuatro
abadías.
La
Europa
carolingia
contaba
cerca
del 20
por
ciento
de
esclavos.
Ciertas
formas
de
esclavitud
medieval
van a
mantenerse
del
siglo IX
al XV, y
comenzarán
a
desaparecer
cuando
la trata
de
esclavos
africanos
u
orientales
venga a
reemplazarlas.
Explotación
y
cultura
¿Cuántos
hombres,
mujeres,
niñas y
niños
partieron
de
África
en las
bodegas
de los
barcos
negreros?
¿Cuántos
cautivos
africanos
y
malgaches
fueron
vendidos
en los
mercados
del
Caribe y
del
continente
americano?
Probablemente
decenas
de
millones,
pero por
falta de
documentación
estadística
nunca
sabremos
el
número
exacto.
Las
condiciones
y
prácticas
de la
trata
legal e
ilegal,
que se
prolongó
desde
mediados
del
siglo XV
hasta
las
últimas
décadas
del
siglo
XIX,
obstaculizan
el
trabajo
de los
historiadores.
Los
esclavos
de la
Antigüedad,
como los
de los
tiempos
modernos,
debían
someterse
a las
exigencias
sexuales
de sus
amos. La
prostitución
era sólo
uno de
los
aspectos
de esas
relaciones.
Petronio,
escritor
latino
del
siglo I
N.E.
hace
decir a
uno de
sus
personajes
del
Satiricon,
Trimalción:
“Durante
14 años
fui el
querubin
de mi
amo. No
es
vergonzoso
hacer lo
que el
amo
ordena.
Y, entre
tanto,
también
contentaba
a la
patrona”.
Diversos
procedimientos
de
deshumanización
(cambio
de
nombre,
castigos
corporales,
torturas)
estaban
destinados
a
degradar
a los
esclavos,
privarlos
de su
personalidad
y
diferenciarlos
de los
demás
seres
humanos
que no
eran
propiedad
de
nadie.
Se ha
tratado
de
minimizar
e
incluso
ocultar
los
malos
tratos
que se
infligía
a los
esclavos,
así como
negar la
existencia
de la
tortura
en
Grecia y
en Roma.
Lo que
se
ignora,
en
cambio,
es si
los amos
de la
Antigüedad
mostraron
tanto
refinamiento
en la
crueldad
como los
propietarios
de
plantaciones
de Las
Américas.
Las
atrocidades
de las
que
fueron
capaces
y de las
que
existen
testimonios
irrefutables
han
alimentado
una
abundante
literatura.
Un
sistema
totalitario
basado
en el
racismo
Había
dos
maneras
de
escapar
a la
esclavitud:
la
manumisión
o la
fuga. La
manumisión
suponía
para los
esclavos
dejar de
ser
propiedad
de su
amo. En
Grecia
se
convertían
en “metecos”,
residentes
libres
sin
obligaciones
políticas,
mientras
que en
Roma
adquirían
automáticamente
la
ciudadanía
romana.
No fue
así para
los
libertos
del
Caribe y
de
América,
que
conservaban
en el
color de
la piel
la marca
de su
origen
servil.
El
colono
Hilliard
d'Auberteuil
escribía
en 1776:
“En
Santo
Domingo,
el
interés
y la
seguridad
exigen
que
cubramos
a la
raza
negra de
un
desprecio
tan
grande
que
cualquiera
de sus
descendientes
(...)
queda
marcado
con una
mancha
indeleble”.
En
Brasil,
la
manumisión
se
consideraba
un
poderoso
medio de
presión
para
asegurar
el
control
de los
amos
sobre
sus
esclavos
y
sembrar
la
discordia
entre
ellos.
En el
siglo
XVI se
desarrolla
en el
Caribe
un
sistema
de
manumisión
gradual
por
indulto
(coartación).
Los
libertos
siguen
dependiendo
de sus
amos, lo
que los
obliga a
respetarlos
y
honrarlos,
o a
trabajar
para
ellos.
La
esclavitud
en el
Caribe
fue algo
más que
una
institución
con sus
leyes,
sus
costumbres,
su
policía;
constituyó
un
sistema
verdaderamente
“totalitario”
de
explotación
económica,
política,
social y
sexual,
basado
en la
fuerza,
en la
violencia
y en una
ideología,
el
racismo.
La
ceremonia
de
incorporación
de los
esclavos
debía
borrar
su
pasado,
su
cultura,
destruir
su
condición
de
hombres
libres
para
transformarlos
en
“muertos
sociales”.
Solo la
fuga
permitía
al negro
cimarrón,
al
esclavo
fugitivo,
recobrar
su
identidad
de
hombre
(recuperando
su
nombre
africano)
y su
fuerza
de
trabajo.
Oruno D.
Lara es
historiador
de la
isla
caribeña
de
Guadalupe.
Dirige
actualmente
el
Centro
de
Investigaciones
Caribe-América
de la
Universidad
de París
X,
Nanterre.
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