Carlos García Gual www.larazon.es 02/03/2015
Los héroes son las figuras protagonistas en los dos grandes géneros clásicos de la literatura griega: la épica y la tragedia. Los grandes relatos rememoran esas figuras magníficas e inolvidables que vienen del mundo mítico y perviven siglo tras siglo en la memoria colectiva como ejemplos gloriosos de audacia y patetismo. Desde Homero a Eurípides, los grandes poetas educadores del pueblo griego contaron y reinterpretaron las mismas tramas heroicas. Los héroes son «los mejores», los «áristoi», que, como dejó escrito el filósofo Heráclito, «prefirieron una gloria inmortal» a una larga vida oscura. Aquiles es el más claro exponente de esa decisión que vale para todos ellos . Eligió una pronta muerte para lograr fama inmortal. Y el último héroe griego, personaje no mítico, sino histórico, Alejandro, tuvo un destino que –no por propia decisión, sino de modo irónico– revalida ese patrón heroico. También él murió joven en plena gloria, como su héroe preferido.
Los héroes están entre los dioses celestes y los humanos efímeros. En griego se llevan el título de «semidioses» (« hemítheoi»), merecido a veces por su ascendencia: nacido de un dios o una diosa y un ser humano –Heracles es hijo de Zeus, Aquiles de la diosa marina Tetis, Eneas de la diosa Afrodita-Venus...–. Pero los héroes son humanos porque son mortales. Su esplendor no los salva de esa fatal condición definitiva. Es más, los héroes pertenecen al pasado y están ya todos muertos. Sus cultos locales son ritos de carácter funerario. Con algunas excepciones notables: unos pocos privilegiados luego llegaron a dioses, como Dioniso y Heracles, y, según la tradición, otros pocos gozan de premios de ultratumba, y no fueron al sombrío Hades, sino a la idílica Isla Blanca, como Menelao, esposo de la divina Helena.