Ha sido como una brisa refrescante la noticia de que Benedicto XVI da permiso para que puedan decirse misas en latín, al modo tradicional. Creo yo, creen muchos, que la resolución del Concilio Vaticano II fue un error: un intento vano de, con concesiones, domesticar presiones que buscan sustituir la unidad por el fraccionalismo, la tradición por los nuevos mitos.
¿Continuaron sobreviviendo el antiguo Egipto, y sus costumbres religiosas, después de la anexión a Roma del país del Nilo, tras la derrota de Cleopatra VII y Marco Antonio en la batalla de Actium?
Los dioses en el Egipto romano
Cuando tradicionalmente se ha hablado para el Egipto romano de divinidades de ‘origen griego', frente a divinidades de ‘origen egipcio', se ha cometido una gran imprecisión.
Tratar de hacer una clasificación del panteón egipcio de época romana con arreglo a tales divisiones, no parece adecuado. Los egipcios siempre fueron tolerantes en materia religiosa (hecha excepción del paréntesis amárnico).
Esta tolerancia egipcia, mestizada con la tradicional aceptación romana de los cultos extranjeros, lleva a pensar que, tanto en las aldeas egipcias, como en las capitales administrativas o ‘nomos', nadie distinguía en modo alguno entre religión grecorromana o religión egipcia como, si cada una de ellas fueran consecuencia de diferentes expresiones piadosas.
Siendo la mitología griega un producto del género humano, lógico resulta que los dioses de la Grecia clásica alternaran con los hombres y consiguientemente encarnaran lo bueno y lo malo de ellos. Luego entonces, no debe extrañar que en los dioses del Olimpo, siendo dioses, se diera también una amplia gama de delitos, atroces algunos de ellos, tal y como se daba en el mundo terreno, incluso pudiera decirse que ya se incubaba la delincuencia organizada.
Estimados amigos, recuerdo cuando leí por primera vez palabras parecidas a estas y referencias a la obra de ingeniería (romana - medieval) de la Senda del Arcediano, Camino del Almagre o Calzada Romana de Sajambre.
"Desde la Portillera de Entramboscaminos hasta la antigua portillera, ya en la vecindad del inicio del descenso hacia Oseja, constituye una obra de ingeniería civil admirable. Al hablar de este tramo de camino es difícil sustraerse al superlativo: todo es aquí magnífico y admirable.
He de haber leído por primera vez sobre la batalla del Desfiladero de las Termopilas hace unos 38 o 39 años, cuando los libros de primaria todavía tomaban en serio a los clásicos y podían servir de entretenimiento formativo para los niños, en tiempos en que sólo había un canal de televisión. Y claro, en aquel entonces no pude sino admirar y sorprenderme por lo que la historiografía epistemológica clásica llama científicamente los güevotes de Leónidas y sus 300 espartanos, defendiendo un estrecho paso durante días ante un ejército de decenas de miles de persas, medos, babilonios, asirios y vaya uno a saber cuántas naciones sometidas al Imperio de Jerjes.
Como latinista desde luego, pero como observador ante todo de los abundantes ejemplos de paradoja que nos brinda el Estado y la Cultura de Masas, no puedo por menos de maravillarme por lo de moda que parecen estar –y están– los fetiches de consumo relativos a la Roma antigua.
Praxíteles, cuya vida como la de la mayoría de los artistas griegos está bastante teñida de fantasía, es conocido como el primer escultor en realizar un desnudo femenino, la Afrodita de Cnido. El hecho no es anecdótico porque los griegos habían representado el cuerpo masculino desnudo desde sus primeras esculturas arcaicas, pero el femenino había aparecido siempre cubierto de ropa, aunque a finales del siglo V estos ropajes desnudaran más que cubrieran.
Visitar Sicilia era una de mis asignaturas pendientes que acabo de aprobar. Fascinante y extraña isla, en realidad un pequeño continente habida cuenta las habituales dimensiones insulares mediterráneas. Es un tópico advertir que nos recuerda a Mallorca, pero, en realidad, nos parecemos muy poco, entre otras razones porque el desmesurado patrimonio arqueológico, arquitectónico y artístico está a años luz del nuestro. Pero no sólo por eso.
En el noroeste de Bohemia, cerca de la ciudad de Chomutov, se alza el castillo gótico de Hasistejn. Allí nació en la segunda mitad del siglo XV el escritor, poeta y viajero Bohuslav Hasistejnský de Lobkovic. Este culto y erudito hidalgo formaba parte de la corriente de los humanistas europeos que potenciaban el renacimiento de la cultura grecolatina de la Antigüedad, casi por completo olvidada durante la Edad Media. Hasistejnský que escribía sus obras en latín, gozaba en su tiempo de renombre europeo.